lunes, 15 de agosto de 2011

JÓVENES: la mejor opción para la renovación del país.



Un país que renace es un país donde sus habitantes ejercen su derecho a participar en las decisiones que a todos conciernen,donde existen gobernantes elegidos legítimamente,donde las mayorías asumen el derecho a expresarse y las minorías pueden participar. Un país que renace es aquel que retoma las buenas costumbres de los pueblos originarios y jerarquiza los valores éticos. Pero, sobre todo, un país que renace es aquel que apuesta constructivamente por el desarrollo de sus juventudes. 

La mirada adulto céntrica de los últimos años, ve a las y los jóvenes como una mayoría demográfica, pero los trata como una minoría política, les niega el derecho a la participación en las decisiones públicas, el derecho a expresarse, y busca mejor corromperlos con una mirada hedonista y consumista. Lo mas grave está en el Estado esquizofrénico donde hoy se les invita a participar y mañana se les señala como un grave problema de seguridad pública. 



Hacer que el país renazca implica incorporar a las poblaciones juveniles en el quehacer social, económico y político con una mirada holística. Es urgente construir los pilares de la nueva nación con una mirada centrada en las juventudes, en particular en las mujeres jóvenes. 

Se requiere identidad cultural que reconstruya el interés de los jóvenes por la cultura del empleo y del emprendedor, la formación educativa y la paz como culturas de nación y alternativas de desarrollo. 

Generemos entonces una vida cultural activa. Partamos de la protección de los derechos humanos y generemos una autoestima colectiva basada en el esclarecimiento y la justicia de más de 50 mil homicidios en lucha contra la delincuencia organizada. Los jóvenes quieren confiar en sus instituciones; es indispensable para que el país renazca que, antes que nada, las juventudes confíen en sus instituciones. 

Reconozcamos en las identidades juveniles el mejor ejercicio de democracia activa. Estas culturas se mueven colectivamente y comunitariamente. La ciudadanía, para vivir bien, rompió el tejido social y acompañó el modelo individualista de sociedad; pasemos ahora a una ciudadanía comunitaria para el buen vivir. En ella caben la niñez, la juventud, las mujeres los hombres, los adultos mayores, la madre tierra. 

Ante la desesperanza, la presencia de los grupos criminales, la falta de educación y empleo, acompañemos el desarrollo de las juventudes, construyamos una sociedad competitiva basada en la educación, en la realización personal y en el empleo digno que permita a las personas ser felices no sólo producir riqueza 

Construyamos nuevas relaciones humanas incluyendo en el desarrollo la mirada de las juventudes, sumemos su innovación, creatividad y entusiasmo, que, con la experiencia de los adultos, generaran un buen diálogo intergeneracional. 


A los adultos hay que decirles fuerte: necesitamos tener referentes; no los vemos, no los sentimos cerca de los jóvenes, necesitamos referentes basados en su ética y su mirada de país, reforesten su corazón para reforestar la nación. 

Las organizaciones grandes estorban y regularmente son comparsa del adultocentrismo. Pasemos a las organizaciones sólidas, pequeñas, incluyentes, a los colectivos juveniles que tejen de igual a igual en las comunidades educativas, en los barrios. 

Dejemos atrás la mirada de los factores de riesgo para ver en las y los jóvenes los factores protectores; pasemos de una mirada de vulnerabilidad a una mirada resiliente; pasemos de la cultura de las reglas al arte de pensar y crear. 

Brindemos oportunidades significativas y simbólicas en la reconstrucción de la Nación y así contribuiremos junto a las juventudes al renacimiento de la nación mexicana. Hoy para las y los jóvenes: Reflexión, Recreación, Resistencia, Revolución y Resiliencia.

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